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Edad jubilatoria: para los expertos, hay que revisar el modo en que se aplica

Especialistas en el tema creen que habría que modificar las leyes laborales para dar más opciones a los mayores, tras la polémica que instalaron los dichos del titular del PAMI.

"No se puede aplicar un corte tipo guillotina para el momento en que alguien debe dejar de trabajar", opina el René Knopoff, director de la especialización en Gerontología de la Universidad Maimónides, en diálogo con LA NACION.

En distintas entrevistas con expertos, este medio se encontró con una perspectiva humanitaria que excede el debate sobre la edad jubilatoria que prendió en las últimas horas, tras las declaraciones del titular del PAMI, Carlos Regazzoni.

Lo cierto es que la edad de corte -según advierten- no es el problema, sino la forma en que el retiro se lleva a cabo. Para muchas personas puede ser un trauma que puede llegar a enfermarlos y, para otros, un momento ansiado. Depende del tipo de trabajo que cada uno realice -si es más intelectual o más físico, por ejemplo- o si llegan a determinada edad en buenas condiciones de salud o no.

Especialistas en psiquiatría, recursos humanos o gerontología coinciden en señalar que hay que tratar de otro modo este delicado momento de la vida, y proponen ayudar en forma gradual o promover leyes que contemplen la realización actividades laborales para después del retiro, o normativas que promuevan una jubilación optativa y gradual.

Una mirada psicoanalítica echa otra luz sobre el problema del envejecimiento en la sociedad. El Dr. Osvaldo Bodni, ex coordinador del departamento de adultos mayores de la APA y autor del libro La delegación del poder en el envejecimiento humano, lo explica de esta manera:

"La vejez se organiza en función del legado, la historización y el relato. La responsabilidad por conservar la cultura constituye entonces una exigencia de trabajo para el psiquismo adulto. Todos somos eslabones de una cadena de cronistas. El problema nuevo parece pasar por un envejecimiento de la sociedad, que da lugar al extraño fenómeno demográfico en el que muchos viejos pretendan ser escuchados por cada vez menos jóvenes."

"Los adultos mayores deben ser aceptados en su función de relatores, y necesitan ayuda para aceptar que el sucesor nunca podrá ser su doble, pero que de todos modos llevará inscripta alguna marca, una señal pequeña pero imperecedera del discurso de sus mayores. Debemos comprender que piden garantías de ser reconocidos, pero que el vértigo social actual no los escucha. Este 'colapso en la comunidad de oyentes', como lo señalaran Walter Benjamin y Alain Touraine, genera una evaluación negativa de lo vivido, la angustiante sensación de una existencia intrascendente, y una ausencia del imprescindible balance de la vida como tarea bien hecha."

E.C

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