Marina Borensztein: "Tener cáncer fue una gran oportunidad para ser feliz y estar más fuerte"

La hija de Tato Bores y mujer de Oscar Martínez cuenta cómo se recuperó del cáncer y habla de sus cambios alimenticios.

 

En 2011 le descubrieron un cáncer de mama bilateral que le costó dos cirugías, un tratamiento de rayos y otro hormonal. Si bien ya está curado, la enfermedad la llevó a Marina Borensztein a replantearse sus hábitos saludables y su forma de encarar la vida.

Luego de un intenso recorrido lleno de aprendizajes, decidió sacar dos libros para contar su experiencia de cómo fue todo el proceso y la manera como decidió encararlo: "La enfermedad para mí fue una gran oportunidad para cambiar mi vida, para ser feliz, para estar más sana, más fuerte, para estar con más energía. Me cambió para muy bien y creo, fervientemente, que si uno lo piensa así, a todos nos podría pasar lo mismo. El asunto no es qué te está pasando en la vida sino qué hace uno con eso que le está pasando".

"Enfermarme me abrió la cabeza, me hizo ver cosas mías y también me hizo hacer cambios muy positivos para ser hoy la persona que soy, tratando de ser cada día la mejor versión de mí que puedo. Eso se lo tengo que agradecer a la enfermedad, porque venía en una inercia, dormida, y la enfermedad fue un despertador", agregó.

La actriz y escritora explicó cómo influye hoy en día la meditación y la actividad física en su vida: "Todos los días medito, a la mañana y a la noche, y si llego a tener un rato a la tarde, también. Para mí meditar es como lavarse los dientes, es parte de mi rutina diaria. Hacer silencio, cerrar los ojos, meterme para adentro, bajar el nivel de estrés, relajarme, conectarme conmigo, con mi espiritualidad, con mi interioridad. Lo mismo sucede con el ejercicio físico, lo practico todos los días, sacando quizás el domingo, que me lo tomo de descanso".

Además Marina agregó: "Antes de mi enfermedad llevaba una vida saludable, pero no lo hacía con la conciencia que tengo ahora. Yo siempre hice ejercicio físico, porque me gusta el baile y nadar, pero ahora sé concretamente que las células cancerosas son aeróbicas, que no les gusta el oxígeno. Por eso, y para que no se les ocurra despertarse o andar por ahí, yo les doy oxígeno, entonces hago ejercicios aunque un día tenga fiaca, un ratito, 35 minutos por día alcanza. Siempre lo hice y ahora es con responsabilidad y sobre todo, conciencia".

La alimentación fue un cambio clave para ella: "Dejé de consumir muchos alimentos, es más, casi todos. Ahora no consumo grasa animal, puede ser que un día coma un pedacito de carne. Si mi cuerpo me lo pide, le hago caso. Mi oncóloga me dijo que hasta 500 gramos de carne por semana se puede, para quien quiera seguir comiendo".

"La carne tiene muchísima relación con el cáncer. La carne es un alimento ácido, todos los alimentos ácidos generan un ámbito propicio para desarrollar tumores, para que los parásitos estén chochos, virus, todo lo feo se sienta cómodo dentro de uno cuando tiene el medio interno ácido", explicó.

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