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Cuando el displacer sexual de la pareja se hace patológico

La característica más importante del Trastorno por Aversión al Sexo es una aversión de alta intensidad que se mantiene en el tiempo con evitación sistemática de todos o casi todos los contactos sexuales genitales con una pareja sexual.

La aversión al contacto sexual puede referirse a: Algún aspecto particular del sexo (p.ej.: secreciones y olores genitales, desnudarse o ver desnudo al otro, acariciar distintas partes del cuerpo, penetración vaginal). Cualquier conducta sexual, incluidos los besos y los contactos superficiales.

Pensamientos, sensaciones, imágenes, fantasías o visiones eróticas. Las personas con un Trastorno por Aversión al Sexo desarrollan estrategias para la evitación de las situaciones de tipo sexual o los compañeros sexuales: l Acostarse pronto o más tarde que la pareja. l Viajar frecuentemente. l Descuidar el aspecto físico. l Engordar. l Abusar de sustancias. l Provocar discusiones constantes. l Volcarse excesivamente en el trabajo, en actividades familiares o sociales… La intensidad de la reacción de la persona cuando se enfrenta a la situación aversiva puede ir desde una ansiedad moderada y una ausencia de placer hasta un malestar psicológico muy elevado que puede desencadenar una crisis de angustia, con ansiedad extrema, terror, desmayos, náuseas, palpitaciones, mareos y dificultades para respirar.

Las relaciones interpersonales pueden verse seriamente afectadas y suele darse insatisfacción en la relación de pareja y problemas de rupturas y separaciones matrimoniales.

El Trastorno por Aversión al Sexo, también denominado "rechazo sexual persistente o recidivante", tiene una situación de rechazo extremo hacia el sexo, evitando todos o casi todos los contactos sexuales genitales con una pareja sexual. Al igual que en las fobias en este problema también se producen intensas reacciones corporales como son: sudoración intensa, aumento de la frecuencia cardiaca y de la tensión muscular y mucho más, con tan solo imaginar alguna actividad sexual.

Tiene un comienzo insidioso con diferentes posibilidades: educación restrictiva estricta,experiencias sexuales previas traumáticas como violación o abuso sexual, conflictos del núcleo familiar, conflictos de identidad u orientación sexual, etc.

Frecuencia

El Trastorno de aversión sexual se da ocasionalmente en hombres, pero es mucho más frecuente en las mujeres.

Representa aproximadamente entre el 3,5 al 4,5% de los casos que se consultan por una disfunción sexual. Se puede afirmar que se trata de un problema infrecuente, especialmente en sus versiones extremas y con mucho menor frecuencia, que los problemas de deseo sexual hipoactivo.

En este sentido, la frecuencia con la que estas personas, si tienen pareja, mantiene relaciones sexuales es muy escasa, esto explica los problemas de ajuste sexual de estas parejas.

Clasificación

Según el sistema de clasificación de los trastornos mentales (DSM–IV), la característica principal de este trastorno es la repulsión y la evitación activa del contacto sexual genital con la pareja.

El Trastorno por Aversión al Sexo puede clasificarse en diferentes tipos: Aversión sexual primaria, en estos casos, el trastorno rechaza cualquier aproximación a su pareja, es una situación que se ha presentado desde siempre, por ejemplo víctima de un abuso sexual cometido contra un niño o niña pre púber. Aversión secundaria, sucede cuando la persona, luego de haber vivido la sexualidad sin problemas, presenta síntomas de aversión, por ejemplo víctima de violación en la vida adulta.

Aversión generalizada, sucede cuando la conducta de repulsión hacia el sexo se da con todas las parejas por igual. Aversión situacional, en estos casos de aversión es experimentada exclusivamente con ciertas parejas específicas. La persona que sufre este trastorno rechaza cualquier aproximación a su pareja, desencadenando un malestar psíquico que acaba generando dificultades en las relaciones interpersonales.

Tipos

Hay dos tipos fundamentales de patología y que son: Aversión sexual: es una conducta persistente de miedo, repulsión, asco, disgusto y ansiedad delante de cualquier conducta sexual. El componente central de la aversión al sexo es la ansiedad. La intensidad de la reacción del individuo frente al estímulo de rechazo, puede ir desde una ansiedad moderada con ausencia de placer, hasta un malestar neuropsicológico extremo. Son personas con tendencia a las fobias o miedos irracionales y a la ansiedad generalizada; por ello es importante realizar un diagnóstico diferencial entre lo que es una fobia sexual o una aversión al sexo.

Existen personas con formas graves del trastorno que, ante una situación de tipo sexual, sufren crisis de angustia, ansiedad extrema, terror, palpitaciones, desmayos, náuseas, mareos y sensación de ahogo. Estas personas pueden intentar evitar dichas situaciones con algunas estrategias, como acostarse pronto, viajar en exceso, descuidar el aspecto personal, abusar del consumo de determinadas sustancias, etc. Fobia sexual: en esta situación, el rasgo esencial es el miedo irracional persistente y el deseo impulsivo de evitar conductas o emociones sexuales.

El propio individuo que la padece, reconoce la desproporción de su miedo lo cual provoca un malestar significativo y puede disminuir la capacidad de la persona para vivir con normalidad.

En cambio, la aversión al sexo se diferencia de la fobia, porque está asociada a emociones que no son el miedo, y además están provocadas por estímulos diferentes. Normalmente se centra en algún aspecto particular del sexo; por ejemplo las secreciones genitales, penetración vaginal, etc. Algunos individuos muestran repulsión por todos los estímulos de tipo sexual, incluso los más superficiales como los besos y las caricias corporales.

A pesar de estas diferencias, su distinción es muy difícil y los sistemas de clasificación de las enfermedades mentales las exponen como una misma entidad como lo es los Trastornos Sexuales y de la Identidad Sexual.

Factores

 

En todas las disfunciones sexuales hay factores neuropsicológicos comunes que predisponen, precipitan o mantienen dicha disfunción. A continuación, se enumeran algunos de ellos: Factores predisponentes: experiencias sexuales traumáticas en la infancia como: maltrato, violación, incesto, inseguridad etc., información sexual inadecuada, relaciones deterioradas con los padres, educación moral y religiosa estricta.

Factores precipitantes: experiencias sexuales traumáticas, depresión, ansiedad, dispareunia (la dispareunia o coitalgia es el coito doloroso tanto en mujeres como en hombres. Abarca desde la irritación vaginal postcoital hasta un profundo dolor. Se define como dolor o molestia antes, después o durante la unión sexual.) en el caso de la aversión al sexo, problemas de pareja, infidelidad, edad, cambios hormonales, etc.

Factores que mantienen la disfunción: falta de atracción y comunicación entre la pareja, miedo a la intimidad, escasez de estímulos eróticos, escaso tiempo en los juegos preliminares, etc.

Causas

Las causas más frecuentes de la aversión sexual tienen relación con actitudes negativas hacia la sexualidad, debida a una educación rígida e inadecuada. Las experiencias previas de violencia sexual, presiones constantes por parte de la pareja sexual para realizar algún tipo de actividad sexual no deseada, experiencias sexuales desagradables, etc. En pacientes con trastorno de angustia, la causa de la fobia sexual podría ser la inquietud ante la posibilidad de presentar una crisis de ansiedad durante las conductas sexuales.

La evitación de manera activa de todo contacto genital con la pareja, este problema se cataloga a veces como fobia al sexo. Esta alteración provoca gran malestar o dificultades en las relaciones interpersonales, el individuo sufre ansiedad, miedo o aversión a la hora de intentar una relación sexual con otra persona. Síntomas Se producen intensas reacciones corporales como incremento de la frecuencia cardiaca, sudoración intensa, aumento de la tensión muscular, tan solo con imaginar alguna actividad sexual. Existen aversiones al contacto genital específicas, como por ejemplo, aversión a la secreción vaginal o a la penetración vaginal; además, algunos individuos muestran repugnancia por todos los tipos de conducta sexual, incluso los besos y los contactos superficiales.

Existen individuos que presentan formas graves de este trastorno, ante una situación de tipo sexual. Pueden sufrir crisis de angustia, con ansiedad extrema, terror, desmayos, náuseas y palpitaciones, mareos y dificultades para respirar. Si es de por vida, la aversión al contacto sexual puede deberse a un trauma sexual, como incesto, abusos o violación; o bien ser consecuencia de un ambiente familiar muy represivo, a veces potenciado por una formación religiosa ortodoxa y rígida, o bien haberse iniciado tras unos primeros intentos de coito que produjeron dispareunia. Estas personas pueden evitar las situaciones de tipo sexual o los compañeros sexuales mediante estrategias de distinto tipo como, por ejemplo, acostándose pronto, viajando, descuidando la imagen externa, tomando sustancias o volcándose excesivamente en actividades familiares, sociales o laborales.

En este último caso, aún después de desaparecer la dispareunia, permanece el recuerdo del dolor. Cuando se trata de un trastorno de tipo adquirido, con posterioridad a un período de funcionamiento normal, la causa puede tener que ver con la pareja o deberse a un trauma o a dispareunia. La aversión puede generar una respuesta fóbica, en cuyo caso pueden estar presentes también temores irreales menos conscientes de dominación o de daño corporal. La aversión sexual situacional puede darse en personas que intentan o esperan tener relaciones incongruentes con su orientación sexual.

Tratamiento

El tratamiento se orienta a suprimir la causa subyacente, siempre que sea posible. La elección de una Psicoterapia Conductual o Psicodinámica depende del diagnóstico. Cuando la causa es interpersonal está indicada la terapia de pareja que lo realiza con éxito un especialista neuropsicólogo y/o un sexólogo, mientras que los cuadros de angustia pueden tratarse a través de la psicofarmacología como con antidepresivos tricíclicos, inhibidores de la serotonina, inhibidores de la monoaminoxidasa o benzodiacepinas (ansiolíticos). Tratamiento conductual, programa de contacto sistemático con la situación aversiva. Se trata de una desensibilización sistemática imaginada o en vivo: ejercicios de focalización sensorial en los que el paciente se enfrenta progresivamente a la situación que le provoca miedo, en un entorno placentero y sin exigencias, para inhibir la respuesta ansiosa aprendida. En ocasiones se recomienda el uso de un ansiolítico como las benzodiacepinas. Técnicas de reestructuración cognitiva, para reinterpretar positivamente las cogniciones disfuncionales asociadas al problema del paciente.

Todo el tratamiento se puede realizar en un encuadre o marco neuropsicológico con un alto porcentaje de efectividad y el éxito psicoterapéutico que se busca y pretende para el bienestar de la persona o paciente y por el buen pasar y el placer con respecto a su pareja.

Fuente El Liberal

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