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Venezuela: más de 700 casos de sarampión provocaron un alerta continental

El cuarto caso de sarampión importado en Arjona (municipio colombiano), confirmó que la alarma sanitaria lanzada hace cuatro semanas por las autoridades de Colombia no era exagerada.

El cuarto caso de sarampión importado en Arjona, municipio colombiano del departamento de Bolívar, cercano a Cartagena de Indias, confirmó que la alarma sanitaria lanzada hace cuatro semanas por las autoridades de Colombia no era exagerada. El paciente, de un año, procede de la venezolana Maracaibo, igual que los tres casos anteriores diagnosticados en el país cafetero y que tanto inquietaron a su población.

El primer diagnóstico se hizo en Medellín a principios de marzo, y el tercero, en la misma frontera, en Cúcuta, donde desde hace semanas el ministerio de salud colombiano y organizaciones internacionales emprendieron campañas intermitentes de vacunación entre los emigrantes venezolanos que ingresan en su país. Según cálculos oficiales, ya son 650.000 los venezolanos que viven en Colombia, aunque organizaciones de emigrantes acercan esta cifra hasta el millón.

El gobierno colombiano ha previsto 350.000 vacunas triple viral que llegarán hasta un millón en abril. El continente fue declarado libre de sarampión por la Organización Mundial de la Salud, pero la situación de Venezuela y los casos en otros países provocaron la alarma continental.

"La diseminación del virus hacia otras áreas geográficas se explica, entre otros factores, por el elevado movimiento migratorio de la población, generado por la actividad económica formal e informal en torno a la actividad minera y comercial", especialmente en el estado de Bolívar, fronterizo con Brasil, según la alerta epidemiológica emitida por las autoridades sanitarias.

Tres epidemias avanzan en Venezuela apoyadas en la deficiente gestión sanitaria de la revolución. Más de 700 casos de sarampión, según la Organización Panamericana de la Salud, fueron detectados el año pasado, una enfermedad que regresó tres años después de su erradicación. La difteria ya lo estaba desde hace décadas y la malaria, que no tiene vacuna pese a las declaraciones oficiales en sentido contrario, cabalga desbocada en varias zonas del país, con medio millón de casos diagnosticados el año pasado.

A estas tres se sumó en los últimos meses la tuberculosis, que repunta en el país asociada a la pobreza y a la debilidad del sistema inmunológico. La ocultación de datos oficiales impide saber cuál es la incidencia real, aunque las estimaciones apuntan a un incremento de entre 30% y 50%.

Julio Castro, reputado epidemiólogo venezolano, ya advirtió el año pasado que los planes inconsistentes de vacunación y una gestión sanitaria "en terapia intensiva" amenazaba la salud de la población. Los hechos le dieron la razón.

"No hay medicamentos para la malaria, pero tampoco para la quimioterapia, ni siquiera antibióticos. Y otros muchos. Los hospitales están críticos, la mortalidad materna ha aumentado un 65% en un año y la mortalidad infantil, un 25%. En salud somos un estado fallido y el deterioro es masivo. Por eso reclamamos un canal humanitario", sentencia Castro.

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