Malvinas: El miedo le dio paso al valor y se transformaron en héroes

El tucumano Luis Arenas, tripulante del buque que desembarcó en Malvinas con la orden de tomar las islas, el Corbeta ARA Guerrico, relató el viaje iniciado en marzo de 1982 por las aguas del Atlántico sur. En día de homenajes y memoria, Luis revivió la incertidumbre inicial del destino, la llegada al territorio ocupado por los ingleses, “el combate del olvido” en las islas Georgia, la traición de los británicos, la muerte. “Ahí supimos lo que era la guerra. Allí olimos lo que era el miedo”.

El excombatiente en la guerra de Malvinas, compartió su vivencia durante los meses de guerra. “La Corbeta zarpó del puerto Belgrano con destino incierto el mes de marzo en 1982. Previamente había estado en reparación el barco pero se lo terminó de armar en el trayecto del viaje. En el camino nosotros no sabíamos adónde nos dirigíamos. Cuando estábamos en altura del Golfo San Jorge, ahí nos comunican que íbamos a tomar Malvinas. Estábamos muy orgullosos”, expresó Arenas a lv12. 

“En la madrugada del 2 de abril se produce el desembarco en Malvinas, la orden que teníamos las tropas argentinas era de  no producir bajas a los ingleses, ni al personal militar o civil aunque nuestra vida corra peligro. Fue algo insólita esa orden de Buenos Aires. Luego del enfrentamiento tomamos Malvinas, y los ingleses se rinden”. Añadió el ex combatiente. Aquel día le ordenan al barco Corbeta Gerrico y al buque Bahia Paraíso (trasporte de carga)  recuperar las Islas Georgias. 

“Allí empieza mi historia, en Georgia” remarcó Luis. “En la mañana del 3 de Abril llegamos a Georgia y se produce el combate en la Isla, es conocido como el combate olvidado. Porque se habla mucho de Malvinas y no de Georgia y también son argentinas”. 

¿Qué pasó en el combate olvidado?

“Los ingleses habían dado el aviso de rendición, entonces el comandante dio la orden que se produzca la helidesembarco en Gritviken. Sale el helicóptero de reconocimiento y observa a un grupo de ingleses en la punta de la Isla y le informan al comandante, enseguida sale el segundo helicóptero argentino y  se acerca a las costas de la Isla. Los ingleses abrieron fuego a traición”.

“Por el ataque, aterriza el helicóptero en tierra con 2 compañeros muertos y otros heridos. Entonces para que no les lleguen más balas a nuestros compañeros en tierra, el barco se acercó a las bases atrayendo 200 impactos de balas inglesas. Allí muere otro compañero de Salta, Patricio Guanca, cubriendo su puesto de combate a la intemperie en el barco” lamentó Arenas en su relato.

“Nuestras armas se trabaron en pleno enfrentamiento, no funcionaban. Porque las sales del agua del mar no favorecieron. Fueron minutos eternos. Ahí supimos lo que era la guerra, allí olimos lo que era el miedo. Cuando nosotros arreglamos las armas, lanzamos fuego en la distancia y allí ganamos batalla. Los argentinos llegan a las posiciones inglesas y los tomaron prisioneros. Nos habían traicionado, ya no confiábamos más. Luego de llevar los muertos y heridos, un grupo de militares argentinos quedaron cuidando las Islas Georgias” continuó.

Luego del combate, el excombatiente recordó que llevaron al barco a reparación a puerto Belgrano solo por 48 horas. Y les dieron la orden de partir a Malvinas hasta que termine la guerra. 

¿Cómo fueron sus días en la guerra?

“Tuvimos enfrentamientos con aviones ingleses. Vos al avión no lo ves, sentís el ruido cuando pasa nada más, sabes que el avión está ahí, entonces abrimos fuego. Porque ellos pueden abrir fuego antes que vos. Lo único que veíamos era humear al avión, entonces sabíamos que le habíamos pegado”.

“Cuando estábamos en zona de combate, estábamos en combate las 24 horas. Allá sonaba la alarma en el buque todo el tiempo, Cuando estabas comiendo o en descanso, cuando sonaba tenías que correr a tu puesto de trabajo, porque son segundos, es tu vida. Yo no dormía en los camarotes, yo comía y dormía en los puestos de combate” agregó.

“Con respecto a la comida, al principio era buena pero después como toda guerra se complicaba, los helicópteros nos tiraban bolsones de comidas, a veces caía en el agua y con una caña tratábamos de levantarla aunque estaba pesada. La comida llegaba mojada. Yo lo entendía porque estábamos en guerra”.

“La comunicación que teníamos con nuestras familias eran por cartas, pero estaban censuradas por los militares, solo leía partes de la carta de mi esposa, otras partes estaban tachadas. Eso lo hacían para que la moral de la tropa se mantenga alta. Son cosas de la guerra, yo lo entiendo. Para eso te enseña la disciplina militar, aunque hubo gente más preparada y otras menos” Señaló Arenas.

¿Qué recuerdos tiene de Malvinas?

“Georgia es lo que más me marca, Malvinas es recuerdo que no te vas a olvidar nunca. Es una mochila que siempre la llevo. Yo duermo Malvinas, como Malvinas, hablo Malvinas, respiro Malvinas” detalló Luis.

“En la guerra murieron 649 soldados, después de la guerra hubo casi 700 suicidios, eso se llama estrés post traumático. No soportaron. Casi todos tenían entre 18 y 20 años y los sacaron del nido, los mandaron a una cosa nada que ver y luego de la guerra volvieron otra persona”.

“Hay algunos que se reinsertaron a la sociedad bien y otros no. Yo tuve que omitir que era ex combatiente de Malvinas porque no me tomaban en el trabajo, nos decían los loquitos de la guerra”.

“Aparte de padecer la guerra, padecimos la postguerra: los militares nos hicieron salir por la puerta de atrás, los políticos no nos querían reconocer. Eso se llama proceso de desmalvinización al pueblo argentino, que no se hable de Malvinas. Pero los ex combatientes salimos a las calles a golpear puertas, a golpear el congreso, las legislaturas de las provincias para decirles aquí estamos, los suicidios se dieron por falta de ayuda del estado en su momento. No teníamos contención psicológica. Los psicólogos y los psiquiatras argentinos no estaban preparados para tratar a un veterano de guerra, porque nunca habían estado en guerra. Lo que más me ayudo fue la contención familiar, mi señora de hierro y mis hijos” continuó.

Cerró su historia admitiendo “La guerra no debería existir”. Actualmente, el excombatiente recorre algunas aulas gracias a la invitación de maestras. Él quiere que la historia de Malvinas y Georgia se conozcan, para que no queden en el olvido tantas vidas que pasaron por allí en nombre de todos los argentinos. Aún hay héroes caminando por nuestras calles esperando oportunidades para contar muchas historias.

 

Dejá tu comentario