Rafael Nadal lo hizo de nuevo. Estuvo contra las cuerdas y salió para adelante como hacen los grandes campeones: con suerte, pero ayudándola. Después de que una lluvia frenara el partido en su momento más difícil, salió como una tromba y dio vuelta una historia muy complicada para vencer a Alex Zverev por 6-1, 1-6 y 6-3.
El alemán, uno de los cinco jugadores activos con tres o más Masters (los otros son Nadal, Federer, Djokovic y Andy Murray), buscaba extender su gran momento y sumar el segundo título consecutivo en esta categoría -viene de consagrarse sobre el polvo de ladrillo de la capital española- y el cuarto de su carrera. No pudo ser.
Nadal volvió a ser el rey en Roma, como ocurre casi siempre en el polvo de ladrillo. Falta una semana para llegar al gran desafío de la temporada sobre esa superficie: un Roland Garros en el que otra vez parte como gran favorito.