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A un año de los disturbios en Charlottesville, grupos de derecha se manifestaron en Washington

La capital norteamericana preparó un fuerte dispositivo de seguridad para evitar confrontaciones con grupos de ultraizquierda. La marcha de grupos nacionalistas no logró el apoyo esperado

La masiva presencia policial impidió que el centro de Washington se convirtiera este domingo en un campo de batalla en el que podría haberse llegado a producir derramamiento de sangre entre neonazis y nacionalistas blancos, por un lado, y grupos de ultraizquierda, por otro. Al final, lo que iba a ser un acto de la ultraderecha acabó convirtiéndose en una victoria de la extrema izquierda, que acudió en masa a las contramanifestaciones convocadas contra la concentración de neonazis que se celebró frente a la Casa Blanca.

En teoría, iba a suceder lo contrario. El mitin 'Unir a la Derecha' estaba convocado para rememorar lo sucedido hace un año, en Charlottesville, a 180 kilómetros al sur de la capital estadounidense, cuando los ultras se reunieron en esa localidad de Virginia para protestar por la retirada de una estatua de Robert E. Lee, el líder militar de la rebelión de los defensores de la esclavitud que provocó la Guerra Civil que asoló a EEUU de 1861 a 1865.Los neonazis llegaron a la ciudad portando antorchas - un elemento clave de la iconografía del grupo racista blanco y protestante Ku Klux Klan -, y vitoreando consignas como "los judíos no nos echarán", lo que a su vez provocó contramanifestaciones que desataron una batalla campal. 'Bots' en Twitter -muchos de ellos, rusos- reforzaron el enfrentamiento, y EEUU volvió a darse cuenta, por enésima vez, de que las relaciones entre las diferentes razas que forman el país siguen siendo una fuente inagotable de tensión.

Grupos de ultraderecha reclamando en Washington D.C

 

Las algaradas se saldaron con el asesinato de una activista de izquierdas, Heather Heyer, cuando el simpatizante nazi James Fields embistió con su coche a un grupo de manifestantes, y con el apaleamiento en un aparcamiento del afroamericano DeAndre Harris, que sufrió lesiones en la columna vertebral.El domingo las cosas fueron muy diferentes. Los neonazis han visto sus redes de financiación muy dañadas después de que la empresa de pagos online PayPal les haya prohibido emplear sus servicios, y la gigantesca presencia policial en Virginia y Washington les disuadió de cualquier intento de violencia. Al mismo tiempo, más de 20 organizaciones de izquierda -algunas de ellas de extrema izquierda- organizaron sus propias contramanifestaciones en el centro de Washington, incluyendo la Plaza de Lafayette, en la que la marcha 'Unir a la Derecha' iba a terminar con un mitin.El resultado fue que los neonazis eran muchos menos que los de izquierdas, la policía, y hasta los periodistas.

Lo que iba a ser una marcha triunfal acabó en un desfile patético en el que no había más de 100 ultras. Y al final no estaba claro si la policía estaba para proteger a la gente de los ultraderechistas o para proteger a los ultraderechistas de los ultraizquierdistas, algunos de los cuales mostraron actitudes claramente amenazantes no solo contra los neonazis, sino, también contra cualquiera que expresara su respaldo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

 

De hecho, las marchas de unos y de otros estaban indirectamente vinculadas a la retórica y a las políticas de Trump. El 41% de los estadounidenses cree que Trump está gestionando bien los asuntos raciales en EEUU, de acuerdo con un sondeo de la cadena de televisión CNN. Es una cifra que coincide casi milimétricamente con el porcentaje de apoyo popular del presidente. Sin embargo, el 61% de los ciudadanos de ese país consideran que los problemas raciales se han intensificado en los últimos años.Hace un año, Trump ya provocó una tremenda controversia cuando dijo que, entre los manifestantes en Charlottesville, había "algunas personas muy buenas", lo que fue interpretado como un respaldo indirecto a los neonazis. El presidente, de hecho, es un maestro en el uso de los mensajes indirectos para animar a los elementos más racistas de la población blanca, como cuando durante la campaña presidencial, cuando repitió en varios mítines que "no podemos seguir permitiéndonos ser políticamente correctos". 

 

Fuente: El Mundo

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