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Piden explicaciones al gobierno venezolano por la muerte de un opositor

Fernando Albán falleció tras caer de un décimo piso en el Sebin, lugar donde se encontraba alojado. Las autoridades mantienen la teoría de un suicidio.

Cuando Fernando Albán acudió hace dos semanas a la sede de Naciones Unidas en Nueva York no sabía que estaba firmando su propia sentencia de muerte. El concejal de Primero Justicia, cargo medio desconocido para el gran público, se sumó a la delegación opositora encabezada por el ex presidente del Parlamento Julio Borges, quien durante la Asamblea General de la ONU censuró de forma pública al gobierno de Nicolás Maduro con la connivencia de los países más poderosos de la región. Para el chavismo estas acciones diplomáticas constituyen un delito de traición a la patria.

La mujer y los dos hijos de Albán viven en Nueva York, una familia más que se ha sumado a la mayor diáspora de la historia de América Latina. Hoy le lloran sin consuelo, como sus amigos, compañeros y miembros de la tan herida oposición venezolana, aplastados por la vertiginosa deriva vivida desde su arresto el viernes pasado y que acabó 72 horas después con una sospechosa caída desde el piso 10de la siniestra sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), la policía política del chavismo.

Todos ellos están convencidos de que al gran impulsor de las ollas solidarias de comida en la parroquia de San Pedro, donde destacaba por su profunda religiosidad, no se suicidó, porque un hombre de fe no se suicida. Albán, de 56 años, formaba parte del círculo de amistades del cardenal Jorge Urosa. Dolor, repulsa e indignación aliñados con la indiferencia de un país que solo piensa en sobrevivir a la "monumental" crisis, como la definió la Acnur, que le devora.

Exigencias y dudas se desparramaron el martes por el mundo ante un capítulo similar al vivido en las dictaduras latinoamericanas del siglo pasado o incluso durante el régimen franquista en España con el caso de Enrique Ruano, joven militante del Frente de Liberación Popular (Felipe) muerto también al caer desde la ventana de un edificio en un suceso que marcó la lucha en la clandestinidad de varios miembros del PSOE. Uno de los primeros en reaccionar fue precisamente el Gobierno español, quien a través del ministro de Exteriores, Josep Borrell, convocó al embajador chavista en Madrid para comunicarle su "más profunda preocupación por el trágico fallecimiento, en circunstancias aún no esclarecidas".

 

"El Gobierno de España insta al gobierno venezolano a que se lleve a cabo una investigación independiente que establezca pronta y verazmente las circunstancias del fallecimiento" y que el Estado "depure, en su caso, las responsabilidades que pudieran derivarse". Pablo Casado, líder del PP, retó a Pedro Sánchez para que deje "su equidistancia" y condene "la dictadura chavista que machaca a su pueblo". Precisamente en Caracas se esperaba el martes la llegada a Caracas de Juan Pablo de la Iglesia, secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica, un viaje enmarcado dentro de la propuesta realizada por Pedro Sánchez para convertir a España en "país facilitador" para solventar la crisis nacional.

La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos también hizo público que investigará la muerte de Albán mientras la Unión Europea exigió que la investigación oficial sea "rigurosa e independiente".

Mucho más contundente resultó Luis Almagro, secretario general de la OEA: "Condenamos la muerte de Fernando Albán, responsabilidad directa de un régimen torturador y homicida. Esta dictadura debe irse ya de Venezuela".

Varios testimonios arrancados por opositores y periodistas locales a funcionarios del Sebin coinciden en señalar que Albán sufrió torturas y malos tratos, práctica habitual en la sede del Helicoide. "Lo torturaron con una bolsa en la cara, lo torturaron con inmersión en un barril de agua y lo torturaron con electricidad. Finalmente murió", aireó el diputado Juan Miguel Matheus entre lágrimas desde la tribuna de la Asamblea, donde ayer fue velado el cadáver de su amigo. "Luego fue lanzado por la ventana", añadió el concejal Jesús Armas. El diario 'El Nuevo País' accedió a otro funcionario, quien aseguró que "se fue en la tortura, le fracturaron las costillas y le perforaron el corazón. Cuando ya estaba bien golpeado, el mejor cuadre es la ventana".

"Lo lanzaron por el piso 10 y el Gobierno pretende decir que se suicidó", aportó el ex candidato presidencial Henrique Capriles, quien insistió en que "nadie se come el cuento de que participara en un atentado".

La tragedia de Albán comenzó el viernes pasado al ser detenido ilegalmente en el aeropuerto de Caracas nada más bajar del avión que le traía de Nueva York. Tres días después había perdido la vida. Los organismos de Inteligencia buscaban implicarle en el supuesto intento de magnicidio cometido en agosto contra Nicolás Maduro, para de esta manera apuntalar sus acusaciones contra Borges, que hasta ahora son muy débiles. A Borges y Juan Requesens, diputado encerrado también en la sede del Sebin, les acusan de facilitar el paso por la frontera de presuntos implicados en el "atentado", una frontera que cada día atraviesan 50.000 personas.

"Me dijo que lo estaban presionando para que inculpara a Borges", desveló el abogado Joel García, quien pudo hablar brevemente con su defendido cuando este "reapareció" el domingo en una sala judicial. A Albán le ofrecieron la libertad si acusaba a su jefe en Primero Justicia en un vídeo parecido a los que hasta ahora conforman las únicas pruebas del Gobierno contra los dirigentes opositores. "Estaba fuerte y entero", añadió el defensor, tan entero que le aseguró a su abogado que "si yo tengo que estar aquí para que Venezuela sea libre, aquí me quedo".

 

 

Fuente: El Mundo

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