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Fuerte llamado del papa Francisco a la Iglesia polaca para que se aleje del poder

El pontífice celebró una misa ante 2000 religiosos en el Santuario de San Juan Pablo II

En su último evento de carácter nacional de este viaje, Francisco hizo hoy un fuerte llamado a la Iglesia polaca -en su mayoría conservadora y reacia a sus reformas-, a no encerrarse en sí misma, a no cerrar sus puertas a la misericordia y a evitar subirse "a los estrados vacilantes del poder".

Lo hizo en una misa que celebró en el Santuario de San Juan Pablo II -recientemente construido sobre los terrenos de la fábrica Solvay, donde el joven Karol Wojtyla trabajó-, ante 2000 obispos, sacerdotes, religiosos, monjas y seminaristas polacos.

"Jesús envía. Él desea desde el principio que la Iglesia esté en salida, que vaya al mundo. Y quiere que lo haga tal como él mismo lo ha hecho, como él ha sido mandado al mundo por el Padre: no como un poderoso, sino en forma de siervo, no «a ser servido, sino a servir» y llevar la Buena Nueva", dijo el Papa, en una homilía con la que quiso sacudir a un episcopado conservador, en parte cercano al poder, que en su mayoría apoya el partido nacionalista de derecha Derecho y Justicia, y distante del pueblo.

En Polonia la Iglesia católica siempre ha tenido un rol muy importante, así como también, poder. Pese a que, después de la Segunda Guerra Mundial, estando dentro de la órbita soviética en Polonia se impuso el ateísmo, la Iglesia logró resistir, mantuvo la unidad e impulsó, junto al sindicato Solidaridad, los cambios que llevaron a la caída del régimen, con el derrumbe del Muro de Berlín, en 1989. En este marco, fue clave el rol de san Juan Pablo II , figura que rescató a Polonia y la proyectó internacionalmente y que aún hoy domina el mundo eclesiástico.

Como en casi todos los discursos de esta gira, Francisco evocó a su predecesor polaco, recordando que él también llamó a abrir las puertas. "¿Cómo no sentir aquí el eco de la gran exhortación de san Juan Pablo II: «¡Abrid las puertas!»? No obstante, en nuestra vida como sacerdotes y personas consagradas, se puede tener con frecuencia la tentación de quedarse un poco encerrados, por miedo o por comodidad, en nosotros mismos y en nuestros ámbitos. Pero la dirección que Jesús indica es de sentido único: salir de nosotros mismos. Es un viaje sin pasaje de vuelta", recordó.

"A Jesús no le gustan los recorridos a mitad, las puertas entreabiertas, las vidas de doble vía. Pide ponerse en camino ligeros, salir renunciando a las propias seguridades, anclados únicamente en él", agregó, explicando cómo debe ser la vida de los sacerdotes.

"Es una vida en la que no hay espacios cerrados ni propiedad privada para nuestras propias comodidades (...). Huye de las situaciones gratificantes que lo pondrían en el centro, no se sube a los estrados vacilantes de los poderes del mundo y no se adapta a las comodidades que aflojan la evangelización; no pierde el tiempo en proyectar un futuro seguro y bien remunerado, para evitar el riesgo de convertirse en aislado y sombrío, encerrado entre las paredes angostas de un egoísmo sin esperanza y sin alegría", indicó. Al margen de aludir a la realidad de un clero cercano al poder, pareció referirse, también, a la realidad de algunos obispos polacos que viven en residencias imponentes.

Francisco, que en el último sínodo sobre la familia tuvo una fuerte resistencia de los obispos polacos, también recordó que "Jesús busca corazones abiertos y tiernos con los débiles, nunca duros, corazones dóciles y transparentes". Invitó, asimismo al clero polaco a basar su vida en el Evangelio, "libro vivo de la misericordia de Dios, que hay que leer y releer continuamente, que todavía tiene al final páginas en blanco: es un libro abierto, que estamos llamados a escribir con el mismo estilo, es decir, realizando obras de misericordia".

Sobre los refugiados

Finalmente, en un país donde el oficialismo es reacio a acoger refugiados e inmigrantes -incluso rechaza cumplir con la cuota propuesta por la Unión Europea-, volvió a urgir a ser sensibles en esta cuestión.

"Que nuestra Madre de misericordia nos enseñe a curar concretamente las llagas de Jesús en nuestros hermanos y hermanas necesitados, de los cercanos y de los lejanos, del enfermo y del emigrante, porque sirviendo a quien sufre se honra a la carne de Cristo", subrayó.

En lo que pareció un diálogo de sordos, o un intento de defensa de su propia tropa, al final de la misa el cardenal Estanislao Dziwisz, arzobispo de Cracovia y durante más de dos décadas secretario privado de Juan Pablo II, pareció rebatir las palabras del Papa. "No nos hemos encerrado en nosotros mismos, nos abrimos a las necesidades de otras iglesias: hoy un grupo numeroso de misioneros y misioneras polacas anuncia a Cristo en todos los continentes", dijo. "Tratamos de convertirnos continuamente a un estilo evangélico de vida y de servicio, escuchando sus palabras, Santo Padre", agregó.

Antes de la misa, el Papa visitó el Santuario de la Divina Misericordia, donde rezó ante la tumba de la santa Faustina Kowalska, mística polaca que inspiró la imagen de Jesús Misericordioso, y confesó a cinco jóvenes.

Después de almorzar en el arzobispado de Cracovia, donde se aloja, con 12 jóvenes de varias nacionalidades -un chico y una chica de cada continente, más un joven y una joven polacos-, presidirá esta noche una vigilia de oración ante una multitud en el campus Misericordiae, en las afueras de esta ciudad, en víspera de celebrar mañana la misa final de esta XXXI Jornada Mundial de la Juventud.

G.I

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