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La reina Máxima, en la Argentina: las perlitas de su encuentro con estudiantes de la UCA

Qué pasó en la única conferencia que ofreció la soberana

Máxima de Holanda llegó a la Argentina el lunes en un viaje relámpago de dos días en calidad de Asesora Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para la Inclusión Financiera, materia en la que se ha especializado y trabaja desde hace más de una década. Todas las reuniones que mantuvo y mantendrá en esta visita están orientadas a tratar la importancia de desarrollar un proceso de inclusión financiera en el país, basada en los microcréditos. Sobre este tema, disertó en la Universidad Católica Argentina, donde obtuvo su título de Licenciada en Economía en 1995 y mantuvo cautiva a una audiencia de más de 400 personas que se dieron cita en Puerto Madero para verla y escucharla.

Puntualidad extrema

El auditorio San Agustín, ubicado en el subsuelo del edificio Santa María de la Universidad Católica Argentina, bullía de entusiasmo. Más de 300 alumnos habían logrado entrar a la charla, que sumados a los 70 invitados especiales y la prensa, desbordaban el aula. "A las 17.45 cerramos las puertas", anunciaban los organizadores. A esa hora estaba previsto el ingreso de la soberana al lugar. Por eso hubo todo ese ruido y ese vaivén de gente que no elegía sitio para ubicarse cuando ella irrumpió en la sala. Un silencio inmediato advirtió a los despistados que había entrado. Los fotógrafos se pusieron en guardia y una oleada de flashes la cubrió hasta que llegó al escenario donde se sentó con el rector, Víctor Manuel Fernández, a su derecha, y Alfonso Prat-Gay, a su izquierda.

El reencuentro que emocionó a la reina

Máxima ingresó al auditorio escoltada por el rector, Prat-Gay, Alicia Cavallero (decana de la facultad de Ciencias Económicas) y su custodia. Atravesó el salón por el centro y nadie se atrevió a acercársele. Fue directo al escenario, y aunque allí en primera fila estaban sus padres, no se detuvo a saludarlos. Pero sí interrumpió el protocolo cuando se acercó uno de sus profesores más queridos, el economista Javier Villanueva, a quien Máxima no tardó en reconocer. Desde el escenario, se inclinó para tenderle la mano con cariño y dedicarle unas dulces palabras. Muy emocionada por ese encuentro, retomó su lugar en el escenario para que pudiera iniciar la conferencia.

Una pregunta difícil

Una vez terminada la charla, en la que Máxima defendió su proyecto de inclusión financiera al que calificó como de "prioridad universal", llegaron las preguntas que enviaron los alumnos (la prensa no estaba habilitada para preguntar). Una de ellas involucró a la realidad argentina y en presencia del ministro de Hacienda y Finanzas, Máxima tuvo que remarcar las falencias de la economía local. También Prat-Gay tuvo ocasión de sonreír y dar su respuesta. "¿Cuáles son las dificultades que enfrenta la Argentina para asegurar un proceso adecuado de inclusión financiera?", fue la pregunta. Después de un silencio en que el ministro y la reina se miraron, Máxima respondió: "La estabilidad económica es esencial. El otro tema es que no hay una infraestructura competitiva de pagos", continuó. "Son cosas que se pueden mejorar. Los ministerios están trabajando en función de esto", dijo a modo de guiño para su colega.

El momento más esperado

Máxima habló media hora casi sin cortes. Al terminar, se olvidó por completo de las reglas protocolares y bajó a saludar como una alumna más a sus antiguos profesores de la casa de altos estudios de donde se egresó en 1995. Pero a quien ella quería saludar y besar era a sus orgullosos padres, Jorge Zorreguieta y María del Carmen Cerruti, que la aplaudieron orgullosos. A sus 88 años, Zorreguieta se mostró muy fuerte esta tarde y no dudó en ponerse de pie para besar a su hija. Máxima tiró un besito más al aire, para las cámaras, antes de salir rodeada por una gran comitiva de seguridad.

¿Sos celeste o verde?

Los más de 400 asistentes al evento tenían asignadas sus ubicaciones según el color de sus precintos. Celeste para la prensa y los alumnos, que debían sentarse de la mitad para atrás del salón, y verde para los invitados especiales, unas 70 personas entre los que estaban invitados del Instituto del Servicio Exterior de la Nación, de la Embajada del Reino de los Países Bajos, del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, del Banco Interamericano de Desarrollo y todos los decanos de la Universidad, y autoridades. Los padres de la reina y su hermana, Inés, no necesitaron precinto.

Desde Rosario para ver a Máxima

Un grupo de 20 estudiantes viajaron exclusivamente para asistir a la conferencia desde la sede de la UCA en Rosario. Dos de ellas, Yazmín Pollo y Camila Sierra, de tercer año de Abogacía, destacaron que Máxima se refiriera a la "realidad política del país". "No evitó hablar de los problemas que enfrenta el país, pero se mostró optimista y trajo esperanza. Creo que es un guiño al Gobierno el haber traído su proyecto en este contexto", comentaron.

El operativo de seguridad que provocó un caos y el maletín perdido del Ministro

Si bien no se vio un gran despliegue de seguridad para la llegada de la reina a la Universidad, hubo un pedido especial de los encargados de la custodia de Máxima que provocó varios inconvenientes. Antes de ingresar al auditorio había que dejar todo tipo de bolsos de mano en un guardarropas. No fue un problema al llegar dado que las puertas se abrieron más de una hora antes de que comenzara la conferencia. Pero al término de la misma, 300 personas se amontonaron a riego de estampida en la ventanilla del guardarropas. Hubo estudiantes descompuestas, algunos forcejeos y gritos. En el medio, uno de los miembros del equipo de Prat-Gay se abrió paso para exclamar: "¡Pasame el maletín del Ministro!", lo que provocó la indignación de los alumnos que esperaban hacía largo rato. "Se está colando", bromearon a sus espaldas.

G.I

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