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Si Trump cambia el contexto, el país está poco preparado

El mundo quiere saber si Donald Trump será el político populista de la campaña o si sólo construyó ese personaje para ganar las elecciones y finalmente ejercer un gobierno pasablemente pragmático.

En la Argentina existen motivos adicionales para la ansiedad. Despejar la incógnita es crucial para entender si el núcleo central de la política macroeconómica del presidente Macri, el gradualismo fiscal, podrá seguir encontrando fondos dispuestos a financiarlo en el electoral 2017 o si, escaseando éstos, el Gobierno deberá adelantar un ajuste presupuestario que sólo estaba pensado para ser implementado en 2018. Por ahora sólo hay especulaciones y muy poca información. Por ejemplo, no se sabe aún si el secretario del Tesoro será alguien como Jamie Dimon, el prestigioso presidente de J.P. Morgan que aseguraría la continuidad de las políticas pro globalización del presidente Obama, o si será designado un industrial de espíritu proteccionista que confirme los temores acerca de la configuración de las políticas del próximo gobierno.

Recordemos que dentro de sus propuestas de campaña el ahora presidente electo hizo eje en modificar la política fiscal y comercial de Estados Unidos: prometió una reducción de impuestos a las ganancias y otorgar beneficios impositivos para aquellas empresas que decidieran repatriar sus utilidades en el país. Por el lado del gasto, anunció que llevaría a cabo un incremento en la inversión pública en infraestructura. Sumando ambos efectos, entre la reducción de impuestos y el aumento del gasto, el déficit fiscal pasaría fácilmente desde 4% del PBI a por lo menos 6%. Con respecto a la política comercial, Trump propuso abandonar el acuerdo comercial Transpacífico y renegociar los acuerdos con México y Canadá. Además, amenazó con implementar elevados aranceles a la importación de productos de China y México, los dos socios comerciales más importantes de Estados Unidos.

 

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