La vigencia de Roger Federer: ¿Puede jugar hasta los 40 años?

El día que Federer anuncie su retiro, el tenis ya no será igual. Cambiará el mapa. El espectáculo deportivo será distinto; el incentivo comercial se alterará; el público seguirá respondiendo, claro, pero probablemente sin la misma efervescencia que genera el suizo -y también, aunque un poco en menor escala, Nadal-.

 En mayo de 2012, durante Roland Garros y antes de viajar a Buenos Aires para jugar un par de exhibiciones con Juan Martín del Potro, Federer le comentó a un puñado de periodistas argentinos que en la adolescencia pensaba que Sabatini "era muy bonita" y que alguna vez llegó a responder que, de tener que jugar un doble mixto, le gustaría hacerlo con la campeona del Abierto de los Estados Unidos 1990. Hace unos días, Sabatini disfrutaba de un capuchino en un local de Palermo y, charlando con amigos, apareció Federer en la conversación. "El día que se retire Roger va a dejar un gran vacío", comentó Gaby, con fascinación, pero pensativa y con una buena pizca de melancolía. La misma que provoca cuando se proyecta que en un tiempo no tan lejano, la vigencia del suizo se consumirá.

Es difícil sospechar cuándo llegará ese momento. Luego de conquistar el Abierto de Australia por quinta vez en su carrera, Federer coqueteó con la posibilidad de haber competido en el Melbourne Park por última vez. Al rato de lanzar esas palabras al público, se desdijo. Pero teniendo en cuenta que nada de lo que expresa o hace el ex número 1 es casual, la duda quedó planteada, sobrevolando el escenario. Lloró al tocar el cielo en las últimas horas en Australia, pero su cuerpo, a los 35 años, le está enviando mensajes como nunca antes. La cirugía de rodilla izquierda en febrero de 2016, las molestias en la espalda y los seis meses alejado de los courts le hicieron ver a Federer que ya no es un intocable bailarín del Bolshoi con raqueta. Incluso, tener que pedir asistencia médica -en la final ante Rafa Nadal y en las semifinales frente a Stan Wawrinka- es una situación "anormal" para él, que hasta lo debe irritar.

El día que Federer anuncie su retiro, el tenis ya no será igual. Cambiará el mapa. El espectáculo deportivo será distinto; el incentivo comercial se alterará; el público seguirá respondiendo, claro, pero probablemente sin la misma efervescencia que genera el suizo -y también, aunque un poco en menor escala, Nadal-. Cuando Michael Jordan dejó definitivamente el básquetbol, nadie ocupó ese hueco enorme. Ni LeBron James, ni Stephen Curry, más allá de sus genialidades y anillos conquistados. Federer, como Jordan, es distinto. Ambos dejan huellas profundas, técnicamente rompieron el molde, son ganadores, fríos y disciplinados, también muy humanos y sensibles. Eso los hace inigualables.

Paul Dorochenko, el osteópata y fisioterapeuta que moldeó el físico de Federer cuando éste era un adolescente, sentencia que el suizo podría "jugar hasta los 40 años". Y fundamenta su osada afirmación: "Tiene un juego de piernas increíble. Era muy rápido, bien coordinado, tenía todo desde niño y siempre fue exigente. Y eso ha evitado que tuviera lesiones importantes. La técnica de Federer es académica". Si Federer le hiciera caso a Dorochenko, jugaría hasta 2021. Eso sí que parece una utopía.

Ganar su 18º Grand Slam significa demasiado para Federer, porque desde julio de 2012 (cuando ganó Wimbledon) que no lo alcanzaba. Por el esfuerzo y los intentos fallidos, el suizo ubicó el título en Melbourne a la altura de Roland Garros 2009, su único festejo en tierra de Nadal, nada menos. ¿Cuánto más incentivo tendrá? Es una incógnita. La certeza fue observarlo con la maestría que lució en Australia. Por ello, verlo jugar, pensando en que se acerca el final, hace mal. Y, como dijo Gaby, provoca sensación de vacío.

Fuente:lanacion.com.ar

E.C

 

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