El Archivo Histórico, una ventana al pasado de los tucumanos

Como si una máquina del tiempo nos transportara automáticamente al pasado, el Archivo Histórico de Tucumán (AHT) se encarga de dar vida a los manuscritos de la historia de la provincia con sus efemérides diarias, que responden a la pregunta ¿qué pasó en Tucumán en el año…?.

El trabajo de la institución posibilita conocer cómo fue la provincia más pequeña de la Argentina y sus primeros habitantes, desde la fundación en Ibatín.

Las hojas amarillentas de las Actas Capitulares del Cabildo, resoluciones gubernamentales del siglo XVI al XIX y los expedientes judiciales desde 1600 dan cuenta de las realidades, muy diferentes a las de hoy, que vivían los tucumanos de hace cuatro siglos atrás.

“El límite entre la vida privada y pública de las personas era muy borroso antes”, compara el director del Archivo Histórico de Tucumán, José Sánchez Toranzo, mientras, a sus espaldas, los técnicos, de guantes y barbijo, trabajan dentro de la oficina de Técnica Archivística descifrando viejas actas para pasar parte de la información que contienen a formato digital.

La afirmación del director sirve para ilustrar algunos de los documentos que guardan los volúmenes de otra época y que inspiran no solo a investigadores, sino también a los curiosos que buscan alimentar los párrafos para nuevas historias o personas que, al paso, deciden adentrarse en la máquina del tiempo.

En tiempos actuales es difícil creer que en el Tucumán del siglo XVII se condenaba a muerte a mujeres indígenas por hechicería. O que las parejas de hecho eran perseguidas por la Policía, la Justicia y la Iglesia por no estar casadas y llevar adelante una vida en común.
Nadie imagina tal vez que el cerro Muñoz, ubicado en Tafí del Valle, debe su nombre a un señor de ese apellido que habitó la montaña rodeado de un harén de mujeres nativas. Los agentes de Justicia lo encontraron y dejaron registro del hecho, motivo que era de escándalo público, y que hoy parece de película.

En la casa señorial de 25 de mayo 487 —un inmueble cuyos orígenes aún intentan reconstruir los investigadores— un plantel de 13 personas (técnicos, estudiantes, ordenanzas) se encarga de reunir, clasificar, conservar, proteger y publicar los documentos históricos de la provincia, acondicionándolos como fuentes de investigaciones históricas y con el objeto de hacerlos accesibles a la sociedad tucumana en general.

La historia, idealizada por muchos como una ciencia social compleja, puede estar al alcance de todos: “cualquier persona que tenga curiosidad de tipo histórica, familiar u otro tipo de interés puede venir al AHT. Hay que desmitificar que es un lugar para gente especializada”, remarca Sánchez Toranzo y recuerda que la Sala de Lectura está abierta al público para realizar consultas, buscar en los índices o en el sistema de gestión de archivos digital todo tipo de información.

Los orígenes del Archivo están ligados a la creación de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), aunque luego estuvo unido, por muchos años, al Archivo General.

Los primeros documentos históricos de la provincia que aún persisten datan de su primera fundación en 1565 en Ibatín, cuando comenzó a formarse el Archivo Colonial de San Miguel de Tucumán, con el Libro de la Fundación de la ciudad y las Actas Capitulares hasta 1660.

En 1889 comenzó el camino para sistematizar los diferentes registros. En ese año, el gobernador Lídoro Quinteros (1887-1890) envió a la Legislatura el proyecto de Ley de creación del Archivo General de la Provincia para que se guardaran y conservaran los expedientes provenientes de los tribunales, los registros de los escribanos y los documentos de la Administración. Tres años después, la Legislatura había aprobado la iniciativa, que promulgó por ley el gobernador Próspero García (1890-1893), el 28 de febrero de 1892.

Con la visión de una sociedad que evolucionase de forma indefinida en las ciencias y la intelectualidad,  en 1909, Juan B. Terán presentó su proyecto de fundación de la UNT, que en uno de los incisos establecía como instituto anexo al Archivo Histórico. La dependencia se formaría con todos los documentos existentes en el Archivo General de la Provincia de fecha anterior a 1750.

El texto de Terán fue respetado en la ley que se promulgó el 12 de julio de 1912—fecha que se fijó como año de fundación del AHT—. En 1913, el gobernador Ernesto Padilla (1913-1917) hizo construir el edificio de dos plantas en la calle 24 de septiembre 871, donde comenzaron a funcionar los dos archivos y actualmente permanece el General.

Eran las dos de la tarde, cuando los diputados respondieron con un “sí” rotundo a la moción de Juan José Paso, para que las Provincias Unidas del Río de la Plata fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España. Suceso que se reconstruye de la copia original del “Libro de Actas de la Independencia”, resguardado en el AHT.

Con el estallido de los sucesos que dieron lugar a la Reforma Universitaria de Córdoba en 1918, Terán, quien fue rector de la universidad solicitó la nacionalización de la casa de altos estudios al Congreso Nacional. Así, el Archivo de carácter provincial no podía seguir bajo la órbita de la UNT, por lo que durante la administración de Miguel Campero (1935-1939) se dictó un decreto que creaba una Junta Conservadora de cinco miembros que se hizo cargo de reorgnizar, conservar, ordenar y publicar los documentos del Archivo.

A finales de 1950, el sistema de la Junta se dejó de lado y se convirtió en la Dirección de Archivo Histórico, que siguió funcionando en la sede del Archivo General. Un decreto de 1978 estableció ampliar los límites de época de los documentos y dispuso como documentación histórica la anterior a 50 años. Entonces, el material que cumpliera con los años estipulados debía pasar del Archivo General al Histórico de forma automática.

En esa época, la ampliación del fondo del AHT representó un problema espacial, porque ambos Archivos compartían el mismo edificio y el sector Histórico era muy pequeño, por lo que las condiciones para la conservación del patrimonio documental no estaban garantizadas, lo cual frustró el traspaso del acervo.

Con la vuelta de la democracia, durante la gobernación de Fernando Riera (1983-1987), se estableció que el Archivo Histórico funcionara en un nuevo edificio, pero fue el gobernador José Domato (1987-1991) quien resolvió por decreto otorgar el edificio de la sede actual, en calle 25 de Mayo.

En 1996, durante la gobernación de Antonio Bussi (1995-1999), se fusionó el Archivo General con el Archivo Histórico bajo una misma dirección, hasta que en enero del 2000, por otro decreto del entonces gobernador Julio Miranda (1999-2003) se separaron nuevamente y quedaron ambos bajo la dependencia de la Secretaria de Estado de Gobierno, Justicia y Seguridad.

La diferencia entre los dos archivos, explica Sánchez Toranzo, es que el Histórico contiene documentación que va desde el año 1573 hasta 1960. “Abarca los orígenes de la ciudad hasta hace 50 años; en cambio, el General tiene material más reciente y de carácter más privado como partidas de nacimiento, lo relativo a matrimonios y defunciones de toda la provincia”. El punto de contacto entre ambas instituciones son los protocolos de los escribanos.

Luego de un largo camino de casi 15 años y de acondicionar el edificio en el que funciona hoy, en julio del 2001 se produjo el traspaso definitivo del Archivo Histórico de la Provincia a su lugar propio de la 25 Mayo.

Considerado uno de los archivos más importantes de la Argentina, “por el volumen de documentos que resguarda” y que no pueden ser totalizados en una cifra única, afirma el director —datan del siglo XVI al XX— el de Tucumán reconstruye la memoria colectiva de nuestra sociedad y nos invita a conocer a aquellos hombres y mujeres que forjaron la comunidad, inmortalizados en la palabra escrita y en la fotografía.

El acervo histórico de la institución se divide en diferentes fondos y colecciones por temas, que a la vez indican su procedencia: Fondo de Gobierno, Fondo Judicial, Fondo de Hacienda, Fondo del Cabildo, Fondo Protocolo, Fondo Archivo de la Legislatura, Colección Anselmo Rojo, Colección Miguel Alfredo Nougués, Diario El Orden, Diario La Voz, Boletín Oficial (desde 1905 a 1982), Biblioteca Lizondo Borda.

Algunos de los expedientes más antiguos, como los del Fondo Judicial, estaban escritos en papel que era importado desde Panamá, lo que encarecía los precios de la documentación. Además, era muy poca la gente que sabía leer y escribir correctamente, por lo que en los sumarios los errores de ortografía eran frecuentes, reveló Marcela Magliani, subdirectora del Archivo.

Reconstruir desde las huellas

Para celebrar los 200 años de Independencia, el Ente Cultural de la provincia publicó el Catalogo del Bicentenario: Patrimonio Edilicio Urbanístico de Tucumán, del investigador Juan García Posse (libro disponible para descargar y consultar en la web). García Posse reconstruyó el itinerario arquitectónico de Tucumán, con sus principales edificios públicos e históricos, rastreando las propiedades gracias a documentos del Archivo Histórico.

“La casa en Prusia” fue una presentación plástica para ayudar a visibilizar al AHT. La fachada de paredes blancas y aberturas azules de la Casa Histórica sirvieron de inspiración a la artista Leonor Asar para realizar una muestra que diera vida a los archivos del Congreso de 1816, que ordenaban que las puertas y ventanas del solar donde se firmó la Independencia fueran azul Prusia.

“Game Over” fue una muestra fotográfica que encontró un punto en común con el AHT : “el rescate del olvido de aspectos de la vida social”. En esa tarea, la fotografía tiene mucho ver porque de algún modo inmortaliza un momento en particular. Game Over expuso imágenes de familias que retrataban a sus muertos, recreando escenas de la vida diaria, antes de sepultarlos.

En ese aspecto, el AHT recibe donaciones en el marco de la campaña “Una mirada al pasado”, para reconstruir el acervo fotográfico de Tucumán. Podés donar tu fotografía o prestarla para su digitalización.
La aquitectura de Tucumán, desde sus inicios, quedó condensada en diferentes obras de la arquitecta Liliana Meyer, quien encontró en el AHT los rastros de las casas de los pudientes de Tucumán y de sus iglesias, la Catedral, la San Francisco, entre otras.

En el AHT, los miembros de la comunidad libanesa también pueden consultar sobre su genealogía a partir de un censo de inmigrantes y descendientes, residentes en la provincia que data de 1970, donado por María Eugenia Bestani.

Horarios de atención y formas de contacto

El AHT está abierto al público los lunes y jueves de 8 a 13 y de 17 a 20. Mientras que los martes, miércoles y jueves funciona en horario corrido de 8 a 16. La entrada es libre y gratuita y no se requiere pedir turno previo. La institución puede ser aprovechada por escuelas y colegios para visitas guidas; por estudiantes que busquen información para investigaciones, profesionales, investigadores y cualquier persona con interés sobre el acervo histórico de los tucumanos.

Para quienes habitan en otros puntos de la Argentina o del mundo, el Archivo realiza, por encargo, búsquedas y escaneos de documentos especiales que pueden ser solicitados vía mail o por la red social de la institución.

Para conocer más también se puede acceder a la página oficial archivohistorico.tucuman.gob.ar

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