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Malcorra se reunió con el Papa Francisco

Antes del encuentro, la canciller inauguró una muestra sobre la historia de migración de la familia Bergoglio en Roma

 Antes de reunirse hoy por segunda vez con el papa Francisco en el Vaticano, la canciller argentina, Susana Malcorra, destacó la importancia de políticas de apertura a las migraciones, que "son una oportunidad", al inaugurar en el Instituto Italo-Latinoamericano (IILA) una muestra dedicada a la historias de las migraciones de italianos a la Argentina y, en especial, de la familia de Jorge Bergoglio.

Malcorra -quien poco más tarde fue recibida durante una hora por Francisco en el Palacio Apostólico, así como luego por el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin-, utilizó palabras que suele utilizar el pontífice y subrayó que si bien es un momento difícil en el mundo, "no hay que levantar murallas, sino construir puentes".

"El hecho de que la muestra sea sobre el tema de la emigración es más que oportuno porque sabemos todos que en estos días se habla mucho, Italia hace mucho por la migración, pero en otras partes se teme mucho la emigración", dijo la canciller, quien recordó que durante décadas la Argentina tuvo una población "importada".

"Eso, en cambio de generar temor a las generaciones de criollos y de argentinos que estaban establecidos, les generó una noción de oportunidad", agregó, y resaltó "esa apertura de mente" para agregar energía positiva, cultura, pluralidad de visiones. "Tenemos que trabajar para que la mezcla de las culturas enriquezca y nos enriquezca a todos", siguió Malcorra, sobre todo en un momento en que "se habla tanto de murallas, en vez de tender puentes".

La canciller, quien recordó que ella también es de familia de inmigrantes españoles, recordó asimismo que los migrantes de hoy huyen de guerras, de matanzas, enfrentamientos ideológicos y por falta de oportunidades económicas. Y destacó el valor especial de la muestra por seguir los hilos de la familia de quien es hoy el papa Francisco. "Es otra forma de reforzar la idea de que las historias de migrantes son historias de éxito, de resultados que nos dan a todos nuevas oportunidades", dijo.

La canciller contó, por otra parte, que cuando vivió en Roma durante cuatro años se dio cuenta de que se sentía tan cómoda porque "el ADN de nuestro país está marcado por lo que son los italianos, más allá del componente de otros países".

"Siempre recuerdo una frase de Borges cuando decía que los argentinos somos los únicos italianos que hablamos español", afirmó, al hablar ante un público formado por diversos embajadores latinoamericanos, funcionarios de la cancillería italiana y el secretario general del IILA, Donato Di Santo.

Tras recibir una medalla del IILA, organización internacional que cumple este año su cincuentenario, acompañada por el embajador argentino ante la Santa Sede, Rogelio Pfirter, Malcorra partió hacia el Vaticano, donde se encontró con Francisco. Después de esa audiencia, tendrá una reunión-almuerzo con su par italiano, Angelino Alfano, en la Farnesina, sede de la cancillería italiana y, antes de partir, un encuentro con la prensa.

A través de paneles con fotografías en blanco y negro, la muestra, titulada "Génova-Buenos Aires, sólo ida", evoca la historia de la familia de Jorge Bergoglio, oriunda de las regiones de Piamonte por vía paterna y de Liguria por vía materna, así como la de cientos de miles de italianos que decidieron buscar mejor suerte en América. "La muestra refleja que pasó cuando los migrantes fuimos nosotros", explicó Massimo Minella, su curador. Minella recordó que 2.900.000 italianos migraron a la Argentina; 700.000 regresaron a su patria, pero la gran mayoría se radicó en nuestro país. "Ya hace cien años la Argentina mostraba cómo había que recibir a los migrantes", dijo Minella, que subrayó la existencia del Hotel de Inmigrantes de Buenos Aires, que contaba con una organización por la que los recién llegados ahí mismo encontraban un mecanismo de oferta y demanda de trabajo.

La muestra, que ya pudo verse en Génova, la ciudad portuaria de la que salían los barcos de los emigrantes hacia América, así como en Asti, Piamonte, evoca la historia de la familia del Papa, que llegó a Buenos Aires en febrero de 1929 a bordo de la nave Giulio Cesare, a través de antiguas fotografías. En verdad, como contó el mismo Papa y recordó Minella, su familia había comprado pasajes para embarcarse antes, en octubre de 1927, en la nave Principessa Mafalda, cosa que finalmente no hizo porque se retrasó la venta de algunos terrenos. Como es sabido, la nave Principesa Mafalda se hundió trágicamente frente a las costas de Brasil, episodio que Francisco suele evocar hablando de "providencia divina".

G.I

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