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Más de la mitad de los argentinos cree que la educación está peor que hace 10 años

Surge de una encuesta a padres de todo el mundo. Acá, el 56% considera que la calidad educativa está bajando. Sin embargo, 8 de cada 10 está satisfecho con la educación de sus propios hijos.


La Argentina de Sarmiento, de las escuelas públicas diversas y pujantes, de la educación igualadora para todos parece haber quedado atrás. Por lo menos desde la visión de los mismos argentinos. Un nuevo estudio global sobre la percepción de la educación, hecho a padres de 29 países, muestra que más de la mitad de los argentinos (el 56% de los encuestados) afirma que la educación en el país está hoy peor que hace 10 años. Solo el 24% dice que mejoró. La Argentina se ubica entre los países más pesimistas, aquellos cuyos padres más señalan que la enseñanza viene empeorando.

 

A nivel global, el 40% de los consultados cree que la educación mejoró en los últimos años y solo el 37% que empeoró. Con excepción de Japón, los países de Asia son los más optimistas mientras que los europeos están entre los más negativos con su situación. En Francia, por ejemplo, el 70% afirmó que la educación empeora mientras que, en la otra punta, India es el país donde más gente cree que mejoran los aprendizajes.

La “encuesta global de padres” fue realizada por la consultora internacional Ipsos y financiada por la Fundación Varkey. Se hicieron 27.361 entrevistas. En la Argentina fueron encuestados 1.000 padres de entre 18 y 55 años de todo el país, entre diciembre y enero pasado.

“Una posible interpretación de estos datos es que la educación en algún momento en la Argentina era vista como una oportunidad de movilidad social y hay sectores que ahora empiezan a ver que esto no es así”, dijo a Clarín Ianina Tuñón, del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, que también hizo un estudio de percepción relacionados con la infancia.

Ese trabajo había mostrado que para el 45% de los argentinos la educación es el derecho del niño más vulnerado en nuestro país. La clase media mostró más preocupación.

Para Agustín Porres, director de la Fundación Varkey Argentina, los nuevos resultados podrían mostrar que “los argentinos les exigimos más a la educación, que la vara acá está más alta que en otros países. Además, ahora hay más datos, números sobre educación, y tenemos más manejo de la información. Somos más conscientes del problema que tenemos”.

Clarín también consultó a Mercedes Miguel, secretaria de Innovación y Calidad Educativa del Ministerio de Educación, que dijo que “el análisis de que la educación argentina está peor en los último 10 años es acertado. Tiene una correlación con datos estadísticos. Los primeros resultados de la prueba Aprender lo confirmaron, además de otros indicadores como el abandono escolar, el crecimiento de la matrícula en escuelas privadas respecto a las estatales, o la pérdida de alumnos en el secundario”.

“La caída de la calidad educativa en el país tuvo que ver con la falta de foco en la formación docente, tanto inicial como continua. Esa es ahora nuestra prioridad”, agregó.

Y afirmó que, para revertirlo, ahora se está trabajando, entre otras cosas, en la transformación del secundario y la creación de la escuela de gobierno de la política educativa: para formar a los equipos técnicos de las provincias para dejar capacidad instalada de cómo se hace una planificación estratégica para mejorar los aprendizajes y más eficiente los recursos presupuestarios.

La gran contradicción

La percepción acerca de que la educación aquí empeoró se combina con otro dato llamativo. A pesar de ese mal diagnóstico, 8 de cada 10 padres argentinos creen que la educación que reciben hoy sus hijos en la escuela es buena o muy buena, 48% y 36% respectivamente. Aunque apenas el 34% de los padres argentinos cree que hay buenos colegios en el país.

“La mayoría de los padres dice que la educación en Argentina es de baja calidad pero también dicen estar satisfechos con la que tienen sus hijos. Hay una dificultad para reconocer que la educación -o la salud- que uno recibe no son buenas. Además, si se hace un análisis desagregado, se ve que los estratos sociales más pobres son los que más reconocen que la educación es mala”, dice Tuñón.

“El problema es que si hay dificultad para reconocer que la educación es mala también va a ser difícil que se demande una mejora. No hay movilizaciones de padres que demanden por una mejor educación. Cada uno trata de resolver su problema en forma particular”, dice Tuñón.

Más allá de cualquier percepción, los datos muestran que la Argentina hoy no cumple con los derechos que establecen sus leyes educativas. Hoy solo el 8% de los chicos va a jornada extendida, 46% no tiene computación y 39% un segundo idioma.

"Estamos cambiando con la transparencia de los datos, con entregar datos a las escuelas para que puedan conocer la realidad y mejorarla. Hubo muchos años de no mirar la realidad", dijo Miguel. Y concluyó: "La sensación térmica en las familias tiene que ver con la calidad de los aprendizajes, pero también con la interrupción de la tarea pedagógica, por paros o ausentismo. Todo esto colabora en la posibilidad de que los chicos aprendan o no".

 

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