El papel que hizo llorar a Stephen Hawking

El astrofísico, que ha muerto este miércoles, se mostró tan encantado con la interpretación de Eddie Redmayne en «La teoría del todo» que incluso ofreció grabar su propia voz para el filme

Cuando Stephen Hawking asistió a un pase especial de «La teoría del todo», la película que cuenta cómo conoció a la que sería su primera mujer y desarrolló una enfermedad degenerativa, no pudo evitar que sus ojos se empañaran por la emoción. Lo reveló durante una entrevista concedida a Deadline, donde aseguró también cómo recibió el propio Stephen Hawking la película.

«Vi a Eddie Redmayne interpretarme muy bien. En algunos momentos, pensaba que era yo», aseguró el astrofísico, tal y como reveló el guionista del filme, Anthony McCarten, que también contó que la primera vez que el genio se vio reflejado en la pantalla no pudo evitar emocionarse. «Que la enfermera de Stephen le limpiara una lágrima de su mejilla cuando se encendieron las luces tras el pase es difícil de superar», relató McCarten.

 

Stephen Hawking, que ha muerto este miércoles, explicó que la película se había convertido en una odisea para él. «Me pasé diez años esperando a que llegara este momento», reconoció. La primera fuente de inspiración fue un libro del propio Hawking, «Breve historia del tiempo», pero la auténtica palanca que les motivó a narrar parte de la vida de este genio fue «Traveling To Infinity: My Life With Stephen», las memorias publicadas en 2004 por Jane Hawking, su primera esposa. De inmediato, Anthony McCarten, guionista de la película, sintió que ahí había una fascinante historia que contar... pero se encontró con un muro tras otro.


«[Hawking] ya era un icono mundial, mi carrera aún estaba empezando y él había dejado claro que no se pusiera el foco en su vida privada. Me dijeron claramente: "No llames a la puerta porque nadie va a responder"», contó el guionista. Pero no se amedrentó. «Todo el mundo le reconoce pero muchos piensan que es americano, por la voz computerizada que escuchan. Nadie se da cuenta de que se casó dos veces y tiene tres hijos. Así que me volví loco y me fui a Cambridge a llamar a su puerta».

Pero no a la de Stephen Hawking, sino a la de Jane, quien no le desalentó pero tampocó le animó, más allá de aceptar que escribiera un guión. Conseguir los derechos del libro le costó mucho más. «Quería estar segura de que un material personal tan delicado lo manejaría gente con la sensibilidad suficiente, para que se convirtiera en una película de pedigrí. Intenté abrir esas puertas y me encontré con una sorprendente falta de interés durante mucho tiempo», recordó McCarten. El guión gustaba, pero no «a los que escriben los cheques».

En ese punto resultó clave que Jane Hawking aceptara finalmente ceder los derechos de sus memorias. El siguiente paso fue encontrar a un director de prestigio, y James Marsh, ganador del Oscar por el documental «Man on wire», encajó como un guante. Y, obviamente, debían dar con el actor adecuado para encarnar a Hawking: el inglés Eddie Redmayne aceptó sin dudar, y se llevó el Oscar por ello.

Pero a McCarten aún le quedaba alguna que otra piedra que sacarse del zapato: «El 99% del diálogo era inventado porque no estuve allí. Siempre constituyó un desafío, tomar la licencia poética de escribir frases pronunciadas por un genio cuando estoy muy lejos de ser uno». Para su tranquilidad, Hawking se mostró encantado. «Escuchar su veredicto, que la película era muy fiel, supuso un alivio enorme. La versión que vio tenía nuestra versión aproximada de su voz. Cuando la vio, ofreció la suya, y eso realmente eleva la película. Es como si Stephen Hawking estuviera actuando».

Un gesto de generosidad del hombre que soñó con las estrellas pero se vio prostrado en una silla de ruedas. Que, tras ser informado del alcance de su enfermedad, solo preguntó si podría conservar sus increíbles facultades mentales.

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