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En el país de los ciegos

El “bip” de encendido de la computadora portátil pasó casi inadvertido. ¡Es tan cotidiano…!
(Por Patricia Acosta)

El año comenzó movidito: la intensificación del paro docente universitario en Tucumán, la aplicación pospuesta del nuevo Código Procesal Penal para el año próximo, la declaración de emergencia para el transporte de pasajeros; la división del Ministerio de Justicia del de Seguridad, la creación de la secretaría de lucha contra el narcotráfico; el agua potable que escurre por las calles; las cloacas colapsadas por una población que crece, siempre, más rápido que las obras de infraestructura...

 Las usurpaciones de tierras fiscales en El Cadillal por oportunistas que se creen impunes por que no los mueve la necesidad… bah... no los mueve otra necesidad que no sea la de hacer negocios...

El malestar de la política… bueno, en realidad, de los políticos enojados por los trapitos que se airean contra su voluntad sin reconocer que de eso se trata cuando se hace referencia a las cuentas de ministros dolarizadas en el extranjero; al aumento desproporcionado -respecto al salario- de las tarifas de servicios básicos; al regreso de la generación de deuda con el FMI. Los avances de la justicia en la investigación por los casos de corrupción: Lázaro Baez, Cristina Fernández de Kirchner, José López, Julio de Vido; el cambio de carátula del caso Nisman de muerte dudosa por homicidio; las sospechas de dinero de funcionarios  -hasta del mismo presidente Macri- en “paraísos fiscales”; la intervención del Partido Justicialista; el cierre de medios de comunicación con el consecuente despido de trabajadores de prensa. Y ni hablar de los temas que siguen dividiendo a la sociedad en sectores radicalizados e irreconciliables como los que originó la discusión por la legalización del aborto...

Y en el medio, los periodistas.

“La calidad institucional se construye con libertad de prensa, con independencia entre poderes, con el estricto respeto por las minorías y con el debido control de las acciones.”, escribió Federico Van Mameren, columnista de La Gaceta y Álvaro Aurane, en otra columna de tema libre, sostuvo: “Y la Opinión Pública no es opinión erudita: es opinión informada. Allí asoma la verdadera tarea del periodismo. No consiste, ni remotamente, en ser un poder. Se trata, humildemente, de aportar a que la Opinión Pública pueda estar informada de lo que se hace con la cosa pública".

Frente a esta realidad que construimos es importante señalar cuál es la responsabilidad de los hombres y mujeres de prensa como actores de la búsqueda de la verdad que algunos quieren ocultar. ¿Pura teoría? Si hasta la propia existencia se define por la facultad de pensar según el filósofo racionalista René Descartes; entonces: ¿adquiere identidad existencial todo aquello en lo que se piensa?

El neuropsiquiatra Enrique De Rosa Alabaster explica que el pensamiento es un proceso en el que intervienen la percepción, la idea de lo percibido (decodificación), la formación de un juicio o concepto (codificación) y la manifestación, proyección o acción de ese juicio o concepto en el mundo (comunicación). Sin duda, el periodista se debate entre los hechos y el relato de los hechos desde su lugar como sujeto. Inevitablemente. Sin embargo la verosimilitud de su trabajo dependerá de la honestidad con la que intervenga en esa realidad, aunque esté equivocado. Errar no es mentir. Y es aquí donde se impone la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

En la semana del periodista o, más extenso, del trabajador de prensa hay, al menos, dos aspectos para reflexionar: uno es la responsabilidad que implica esta tarea diaria como constructores de nuevos pensamientos (la opinión del público que necesita “saber”, estar informado); el otro aspecto es la defensa de la libertad de expresión, derecho imprescindible para cumplir con ese objetivo.

Las presiones políticas y económicas a los medios para censurar o parcializar contenidos no son exclusivas de estos tiempos. Pero el sistema político vigente, en el que la tensión es lo que sostiene el equilibrio, pone en evidencia la gravedad del hecho. Periodistas dejados sin trabajo, humillados, avergonzados y hasta sintiéndose culpables de decir lo que piensan y de hacer lo que dicen. Ni hablar de los “hechados” por cuestiones discriminatorias aplicadas en épocas más cercanas al siglo XIX que al siglo XXI.

Y en el medio, los gremios de prensa.

“No digas como periodista lo que no podrás sostener como persona” ¿Para qué levantar banderas o pancartas con discursos vacíos en defensa de los derechos de algunos usando como escusa a los derechos de todos?

 

Cuando tenía 6 años, ella cruzaba una calle escapada de su casa y de su mamá para ir a jugar con su vecinita. Cuando su madre le advirtió acerca del peligro de cruzar la calle abrazándola para protegerla del tránsito de vehículos que, felizmente, en ese momento no era como en las horas pico, la pequeña respondió: “¡No mamá, no hay peligro. Antes de cruzar, yo, cierro los ojos!”

 

No crea que el peligro solo existe cuando lo estamos viendo. Si así fuera, seguiremos siendo un país de ciegos y el tuerto, seguirá siendo el rey.

 

 

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