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Vecinos toman justicia por mano propia ante un asalto

Ocurrió en el barrio 1° de Julio el martes pasado. Personas que estaban en el lugar golpearon al delincuente que intentó cometer un ilícito.

El martes pasado, cerca de las 14, un menor de edad fue atrapado cuando robaba un celular. Después de que se lo llevaran detenido, una vez en el patrullero lo golpearon los vecinos. Ocurrió en el barrio 1° de Julio.  

"Ay, señora, no, no", suplicaba el delincuente mientras lo golpeaban. Un hombre les pide que se detengan. “Ya está señora o después va a tener problemas”, le advierte. Otro hombre que también aprovechó que estaba esposado le pegó unos puñetazos: "Mirame bien, chorro. ¿No aprendés más, no?", le grita. 

Sin perdón  

Los vecinos ya no tienen piedad y hacen "justicia" por mano propia con los malvivientes. Ellos denuncian que el barrio es muy peligroso. 

“Mi hijo llegó en su auto, subió a la vereda y tocó la bocina. Yo salí a la calle. Nos sentamos a charlar en la vereda. Le comenté que necesitaba comprar unos materiales para la construcción porque estoy arreglando el techo. Él sacó su celular y llamó a un amigo que tiene un corralón”, comenzó relatando Pilar Peralta.  

“En ese momento aparecieron tres chicos. Uno encañonó a mi hijo y lo amenazó de muerte para que le entregara el teléfono. Mi hijo lo agarró del brazo para intentar desarmarlo y entonces el muchacho disparó. Sentí que eran ellos o nosotros y que nos iban a matar a los dos”, agregó. 

Por diferentes maniobras que realizaron lograron capturar a uno de los asaltantes. Cuando lo subieron en el parrullero los vecinos lo golpearon. La Policía evitó que termine en una tragedia. 

“Yo digo que mi hijo se jugó la vida. Anoche (por el miércoles) se quedó a dormir y charlamos sobre lo que pasó. Él se lamentaba de no haber entregado el celular. Yo le dije que se arriesgó porque lleva a la Policía en la sangre. Ahora estoy tranquila porque él está bien”, relató.

“Mi hijo es policía, pero estaba desarmado. El chico no quería soltar el arma y después hizo un segundo disparo mientras sus cómplices escapaban corriendo. Fueron los testigos los que estaban más enojados”, dijo Peralta.

“Por los nervios y la desesperación sufrí una fuerte suba de presión. En ese momento no podía ver nada. Recién me tranquilicé cuando pude ver que mi hijo estaba bien. Tuve mucho miedo por él. No iba a permitir que una basura lo mate”, opinó. “Fueron cinco minutos, pero pudo pasar cualquier cosa”, cerró. 

Fuente La Gaceta. 

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