SALUD |

Volver a las dietas locales, la impensada herramienta contra el cambio climático

Un cambio en las dietas se impone, sobre todo a la luz de otros dos problemas acuciantes, a primera vista alejados de las cocinas: el cambio climático y la biodiversidad.

Los números se conocen: alrededor de mil millones de personas en todo el mundo no consiguen cada día alimento suficiente y el doble tiene el problema opuesto, es decir, incorpora muchas más calorías de las que el cuerpo humano es capaz de procesar de manera saludable. Un cambio en las dietas se impone, sobre todo a la luz de otros dos problemas acuciantes, a primera vista alejados de las cocinas: el cambio climático y la biodiversidad.

El regreso a las dietas locales es uno de los temas que se debaten en el EAT Forum

Parecen temas alejados de lo culinario, pero en realidad no lo están tanto. El consumo de carne y los cambios en los usos del suelo (léase, tala de bosques para agricultura) están entre los principales emisores de gases de efecto invernadero en el mundo y especialmente en la Argentina, algo que se debería evitar si lo que se quiere es mantener en uno a dos grados el aumento de temperatura global. A su vez, la homogeneización de dietas genera presión y pérdida de biodiversidad, como se vio tras el último y escalofriante informe del IPBES.

En ese contexto, el EAT Forum que se lleva a cabo por sexta vez en la capital de Suecia sirve para plantear el tema -vedado cual tabú- y esbozar algún tipo de solución que se pueda llevar a cabo, sea en pequeña o gran escala. Una de ellas -entre otras barajadas, como la eliminación progresiva del consumo de carne y el reemplazo por proteínas vegetales o incluso de insectos- es la vuelta a las comidas locales, por fuera de los mandatos publicitarios de las compañías internacionales que estandarizan los platos, por lo general en comidas rápidas.

Lo interesante es que las propuestas no se quedan en la mera declamación, sino que muestran actividades ya en curso, en países como Bolivia, Costa Rica e Indonesia. Quizá el caso más ilustrativo sea el boliviano, por ser uno de los países con más biodiversidad del continente y a la vez bajo amenaza, lo que contrasta con una sabiduría culinaria de generaciones virtualmente desaprovechada. Tras detectar una pérdida de ese conocimiento, que ya no era transmitido, se creó en 2012 el Movimiento de Gastronomía Integral (MIGA), con apoyo del gobierno de Dinamarca y la Fundación Melting Pot, con el fin de reivindicar un arte que se perdía.

Fuente: La Nación

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