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Paul McCartney le puso calor y rock a su primera noche en La Plata

Acorde a su talla musical, McCartney no decepcionó a los más de 40 mil espectadores que encontraron en las canciones de la leyenda británica el calor para vivir una noche con uno de los mejores repertorios que un artista puede ofrecer en un concierto bajo temperaturas bajas, de frío extremo.

McCartney lo hizo de nuevo. Como en Córdoba o como en sus recordados conciertos de 1993, cuando tenía a Linda McCartney en la banda, o en 2010. Resulta envidiable su vitalidad, su energía y sus ganas de hacer lo que ama.
 

Macca invitó a todos a una gran fiesta con el estruendoso acorde de 'A Hard Day's Night', el éxito beatle de 1964, que fue la bienvenida que le otorgó Paul a sus seguidores en el Ciudad La Plata. La rockera 'Save Us' de su último disco 'New', de 2013, no desentonó y si al público le habían quedado más ganas de 'Beatlemanía', McCartney se despachó con 'Can't Buy Me Love'.

Los siguientes números, como 'Letting Go' y 'Let me Roll It', de su banda setentosa Wings, y la experimental 'Temporary Secretary' del álbum 'McCartney II' le dieron respiro a la multitud que cayó en sus pies otra vez, como en tantas veces en la noche, con 'I've Got A Feeling'.

Sin embargo, Paul, quien ha mejorado en la prestancia de su voz, no se queda solo en las canciones de Los Beatles para potenciar su show. También recurre a lo mejor de Wings con 'Nineteen Hundred And Eighty Five' o 'Maybe I'm Amazed', dedicada a Linda Eastman, su esposa que falleció en 1998.

McCartney también es buenos modales, es diplomacia en el escenario, en el gran manejo del escenario, y la gente lo quiere, y se lo hizo saber; él supo devolver toda devoción que agradece desde que se hizo cargo definitivamente del legado beatle.

Con 'We Can Work It Out' se inició una saga de canciones acústicas que fueron celebradas, siendo 'Love Me Do' la más sentida para los asistentes. Ese tema, de 1962, fue un fiel reflejo de cómo Los Beatles aun siguen siendo vigentes. En una simple canción pop se genera una revolución, difícil de frenar, aun en éstos días.

Paul se divirtió, como cuando hizo una 'jam' del clásico cántico argentino en los conciertos: "Oh, oh, oh!!!" y McCartney los acompañó en guitarra acústica. También se rió en 'Something', cuando olvidó una parte de la letra, pero salió bien del paso y todo está perdonado, porque es Paul McCartney, una de las mentes (la otra es John Lennon, claro) que cambió el modo de escuchar y hacer música.

Las emociones fueron fuertes con 'Blackbird' y 'Here Today', dedicada a Lennon en una conversación que nunca tuvieron, y hasta se animó a incluir 'FourFiveSeconds', el éxito que supo compartir junto Rihanna y Kanye West.

Las horas pasaron rápido y la multitud, cuando quiso acordar, ya estaba en pegadizo estribillo de 'Band On The Run', el gran éxito de Wings, y después se emocionó con 'Let It Be' y festejó tanto fuego de artificio desperdigado en el aire con la explosiva 'Live And Let Die'.

McCartney tuvo más para dar y fue letal: 'Hey Jude', para cantar una extensa coda que pareció detener el mundo por un instante, para olvidar cualquier problema, para creer que se vive en un mundo mejor, como ese mensaje que supieron propagar Los Beatles en los sesenta.

El bueno de Paul no tomó ni una sola gota de agua y solo se retiró del escenario para el esperado 'bis' que fue antológico.

Primero entonó 'Yesterday' y la canción más versionada del mundo no falló. La aparición de 'Hi Hi Hi', el rock prohibido de Wings en 1972 por apología a las drogas y el sexo, fue otro motivo de salto en el lugar que se extendió con 'Birthday'.

Cuando 'Golden Slumbers/Carry That Weight/The End', el famoso medley del disco 'Abbey Road' marcó el final, todos pidieron una más, nadie sintió o se acordó del frío en la atmósfera, pero McCartney dio todo y más también.

En el bis, McCartney arrancó con "Get Back" pero antes hizo subir a una joven argentina con su hija que no tendría más de 10 años y le dio un bajo blanco a la pequeña Leyla, la niña toco toco con maestría junto al Beatle, dejando a todos boquiabiertos y emocionados al igual que el ídolo, como se pudo observar en las pantallas gigantescas colocadas en el estadio.

Luego de despedirse de las argentinas Leyla y su madre, Macca y toda su banda arrancaron con "Birthday" y tras escuchar al publico aullando y vibrando, arremetieron con el meddley integrado por "Golden Slumbers-Carry That Weigth y The End", para el que se puso el sacon debido a la baja temperatura reinante en la ciudad de las masónicas diagonales, diseñadas por Dardo Rocha.

Tras la catarata musical de los últimos minutos y ante una ovación atronadora, McCartney se despidió con un: "Fue una noche maravillosa Buenos Aires. Nos vemos la próxima. See you next time".

Paul tendrá otro inolvidable encuentro con el público argentino el próximo jueves, cuando ofrezca el segundo show en La Plata, y aunque repita el repertorio, nos volverá a sorprender, como lo hizo toda su vida.

(Télam)

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