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Los molinos dieron marcha atrás y no dolarizarán la venta de harina

La decisión fue luego de la protesta generalizada del sector de panaderías y el llamado a un boicot comercial. "Vamos a tratar que cumplan la palabra", expresó en LV12 Miguel Ángel Di Betta, presidente de la Federación Argentina de la Industria del Pan y Afines.

Los 28 molinos que habían avanzado con la dolarización de las facturas de la harina decidieron dar marcha atrás, tras la protesta generalizada del sector de panaderías y el llamado a un boicot comercial que apenas se puso en marcha.

"Se dieron cuenta que la cosa no es como pensaban ellos, todos los molinos se pusieron de acuerdo que vamos a seguir trabajando del mismo modo. Venimos de dos años totalmente difíciles y esto de dolarizar la venta de harina terminó de llenar el vaso pero verdaderamente siempre charlando se encuentras soluciones, esperamos que los molinos cumplan con su palabra y tengamos la mejor relación posible", explicó Miguel Ángel Di Betta, presidente de la Federación Argentina de la Industria del Pan y Afines.

"En estos 3 años a nivel nacional se cerraron más de 1.300 panaderías, estamos pasando un momento difícil. Es complicado que las familias compren un kilo de pan, que es un producto de primera necesidad que tiene que llegar a la mesa de los argentinos", agregó.

La Federación Argentina de la Industria del Pan y Afines (Faipa) -que reúne a más de 40.000 panaderías- lanzó el boicot el pasado lunes. El efecto fue casi inmediato: entre el martes y ayer, todas las empresas -como la líder Molinos Cañuelas- comunicaron que retirarán las cláusulas que ataban el valor de la compra de harina a la cotización del dólar en el Banco Nación.

En el caso de Molinos Cañuelas anunció que "se ha decidido quitar la cláusula dólar que se incluía en las facturas". Sin embargo, aclararon que la medida alcanzaba sólo a "las facturas con mora". Esto entra en contradicción con las facturas publicadas por este medio, donde la indexación ilegal se aplicaba en operaciones normales y no con mora.

"El objetivo de esta cláusula era el revertir el alargamiento de los plazos de las cobranzas que, sumado a las altas tasas de interés y la aceleración de la devaluación de los últimos tiempos, viene afectando al sector", puntualizaron en la firma dominante.

Faipa "sugirió" a las más de 40 mil panaderías asociadas que dejen de comprar materias primas a empresas que emitan facturas en dólares. A través de un comunicado, la entidad propuso un boicot a los molinos que en su facturación adherían la leyenda: "Al vencimiento de la factura, se deberá cancelar el importe en dólares antes indicado o su equivalente en pesos según la cotización de cambio tipo vendedor publicado por el Banco Nación Argentina el día hábil inmediato anterior a la fecha de pago. Sugerimos a nuestros asociados que hagamos valer nuestro derecho de no realizar compras y con esta medida simbólica rechacemos de manera categórica esta especulación", pidió.

El valor de la bolsa de harina de 50 kilos que compran las panaderías pasó de $230 en febrero de 2018, a $1.500 en la actualidad, por lo que ascendió un 552,17% en un año y medio, mientras que el precio del pan subió un 100% en ese mismo período. Dos de los principales referentes de Faipa, Pablo Albertus y Gerardo Di Cosco, habían lanzado el ultimátum: "Si Molinos Cañuelas y otras empresas ponen precios en dólares, no les compramos más harina", habían expresado en el marco de una cumbre sectorial en Tucumán.

Albertus, que preside la entidad en Tucumán, dejó en claro que "es la primera vez que se descubre esto. Las facturas vienen con un precio pactado y facturado en pesos argentinos, y es lo que se debe respetar". Raúl Santoandré, de la Federación Industrial Panaderil de la provincia de Buenos Aires, sintetizó que desde la última devaluación el sector está atravesando "un año en el que está todo terrible y ya no sabés si se va a poder abrir mañana".

Debido a la profunda recesión que vive el sector por la caída del consumo, en los últimos doce meses ya cerraron más de 1.300 panaderías, con un dato estremecedor: la pérdida de 80.000 puestos de trabajo.

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